Nuestras playas del norte peruano: Zorritos, Punta Sal, Máncora, Ñuro y Lobitos
La primera noche en Perú dormimos en Zorritos. Llegamos a tiempo para contemplar el atardecer y caminar por la playa. Nos recomendaron un pan particular, pan de piso, de una panadería en el pueblo y allá fuimos! ya que el horario del pan fresco era a las 7 de la tarde y a la mañana temprano quizás no se conseguía. Luego a la noche pudimos divisar todas las estaciones petroleras en el mar a lo largo de la costa con sus fuegos encendidos, nunca habíamos visto tantas juntas y tan cerca. Mientras pasaron los días percibimos que el petróleo en la costa peruana es una constante a lo largo de la ruta.
Seguimos bajando por la costa para llegar a Punta Sal, da la sensación de vecindario privado ya que te piden tu dni y registran tu entrada. Es una playa muy linda y el agua continúa bastante cálida pasamos el día y nos fuimos a Máncora donde nos estaba esperando Yola.
Máncora no hubiera sido lo mismo sin la Casa de Yola, ahí pasamos unos días con Yola y Caro. Yola es una limeña que se fue a vivir a Máncora ya hace unos años con el objetivo de brindar un refugio para los viajeros y definitivamente lo logró. Su casa es como un oasis en la ruta desierta del Perú, su afecto es como el de una madre y se brinda y te ayuda en todo lo que puede. Desde el comienzo nos maravilló su espíritu, y como siempre, la buena energía atrae buenas personas, así pudimos compartir tiempo con Caro, una uruguaya que estaba parando en la casa hacía ya un tiempo. Caro estaba viajando ya mas de año y medio en su traffic, promoviendo una campaña contra el cáncer de mama, su próximo destino era Colombia y se la llevaba a Yola de compañía unos kilómetros. Caro y Yola fueron la razón por la que nos quedamos unos días en Máncora, ya que esta playa en sí no nos deslumbró, todo lo contrario, nos decepcionó un poco. El agua ya no era tan cálida, ni tan transparente, el pueblo no era demasiado pintorezco, nos sorprendió que sea uno de los destinos más solicitados en Perú. Con Caro y Yola compartimos comidas típicas, vimos películas, fuimos a la playa, aprendimos a hacer saumerios y Mauro hasta ligó masajes. Fue una de las experiencias que más nos nutrieron en nuestro recorrido.
Ñuro está bien cerquita de Máncora y es una playa que se caracteriza por tener tortugas muy cerquita de la costa, tan cerquita que podes nadar con ellas. Hay un muelle al que entras por muy pocos soles donde una mujer las alimenta entonces las encontrás seguro. Con la entrada en teoría se ayuda a la preservación de la especie y del lugar. Sin embargo si sos un poco corajudo es muy fácil nadar desde la orilla, ya que no está tan lejos. La playa de Ñuro es desolada, pintorezca y el agua es transparente, sólo que no hay mucho más que arena, tortugas y mar.
Lobitos fue nuestra última playa antes de llegar a Lima. Llegamos por recomendación de los primos surfistas y la verdad que nos gustó mucho. El acceso no es sencillo, tenes que pasar por un desierto rodeado de máquinas petroleras con camino de ripio, aproximadamente 11 km, y no muy señalizado. En Lobitos nos encontramos con Johann Y Cati dos argentinos que habían comprado una casa rodante en EEUU y bajaban buscanco principalmente olas para surfear. Por esa razón estaban en Lobitos, ya que el pronóstico anunciaba muy buenas olas en un par de días. Nosotros disfrutamos de un fin de semana con ellos y seguimos viaje.
Seguimos bajando por la costa para llegar a Punta Sal, da la sensación de vecindario privado ya que te piden tu dni y registran tu entrada. Es una playa muy linda y el agua continúa bastante cálida pasamos el día y nos fuimos a Máncora donde nos estaba esperando Yola.
Máncora no hubiera sido lo mismo sin la Casa de Yola, ahí pasamos unos días con Yola y Caro. Yola es una limeña que se fue a vivir a Máncora ya hace unos años con el objetivo de brindar un refugio para los viajeros y definitivamente lo logró. Su casa es como un oasis en la ruta desierta del Perú, su afecto es como el de una madre y se brinda y te ayuda en todo lo que puede. Desde el comienzo nos maravilló su espíritu, y como siempre, la buena energía atrae buenas personas, así pudimos compartir tiempo con Caro, una uruguaya que estaba parando en la casa hacía ya un tiempo. Caro estaba viajando ya mas de año y medio en su traffic, promoviendo una campaña contra el cáncer de mama, su próximo destino era Colombia y se la llevaba a Yola de compañía unos kilómetros. Caro y Yola fueron la razón por la que nos quedamos unos días en Máncora, ya que esta playa en sí no nos deslumbró, todo lo contrario, nos decepcionó un poco. El agua ya no era tan cálida, ni tan transparente, el pueblo no era demasiado pintorezco, nos sorprendió que sea uno de los destinos más solicitados en Perú. Con Caro y Yola compartimos comidas típicas, vimos películas, fuimos a la playa, aprendimos a hacer saumerios y Mauro hasta ligó masajes. Fue una de las experiencias que más nos nutrieron en nuestro recorrido.
Ñuro está bien cerquita de Máncora y es una playa que se caracteriza por tener tortugas muy cerquita de la costa, tan cerquita que podes nadar con ellas. Hay un muelle al que entras por muy pocos soles donde una mujer las alimenta entonces las encontrás seguro. Con la entrada en teoría se ayuda a la preservación de la especie y del lugar. Sin embargo si sos un poco corajudo es muy fácil nadar desde la orilla, ya que no está tan lejos. La playa de Ñuro es desolada, pintorezca y el agua es transparente, sólo que no hay mucho más que arena, tortugas y mar.
Lobitos fue nuestra última playa antes de llegar a Lima. Llegamos por recomendación de los primos surfistas y la verdad que nos gustó mucho. El acceso no es sencillo, tenes que pasar por un desierto rodeado de máquinas petroleras con camino de ripio, aproximadamente 11 km, y no muy señalizado. En Lobitos nos encontramos con Johann Y Cati dos argentinos que habían comprado una casa rodante en EEUU y bajaban buscanco principalmente olas para surfear. Por esa razón estaban en Lobitos, ya que el pronóstico anunciaba muy buenas olas en un par de días. Nosotros disfrutamos de un fin de semana con ellos y seguimos viaje.
Atardecer en Zorritos |
Aprendiendo a hacer saumerios con Caro |
Desayunando en la Casa de Yola |
Unos buenso masajes nunca vienen mal |
Nosotros también nos sumamos a la lucha contra el cáncer de mama |
Nadando con tortugas en Ñuro |
Atardecer en Lobitos |
Con Johann y Cati |
Siga el baila siga el baile, en la tierra del plátano y el buen cacao
En Argentina los carnavales son unas
fiestas que están tratando de recuperarse, si bien es cierto que hay algunos
pueblos y ciudades que tienen sus tradiciones, no es un espíritu que se viva
con un entusiasmo más grande que el de saber que se avecina un fin de semana
largo. En cambio los ecuatorianos esperan estas fechas para celebrar de verdad.
Siempre que podíamos sacar el tema con
algún local preguntábamos dónde se vivían los carnavales más típicos de su
país, y las respuestas fueron formando un patrón: todo el país se preparaba
para esta celebración, la costa, las sierras y la selva; sin embargo, había una
coincidencia en que Ambato mantenía una tradición en la bendición de las
frutas, las flores y el pan y que en Guaranda se festejaba “a lo salvaje”, con
espuma, agua, huevos y harina.
Desde Baños nos fuimos a Ambato, al primer
día del carnaval, donde se comenzaba con la bendición de flores, frutas y pan,
que son productos que distinguen a esta ciudad, ritual que se lleva a cabo en
la catedral con una escenografía temática-religiosa realizada íntegramente con
estos bienes, una peculiar obra de arte. Frente a la catedral, en la plaza, se
congregaban distintos puestos de venta y gente dispuesta a bailar con quien se
le cruce. En un salón lindante, se exponían distintas figuras realizadas con
flores, un lindo paseo, pero nada de espuma y bombuchas.
En el ir y venir en estos lugares, nos
cruzamos con un grupo heterogéneo formado por una italiana, un par de
ecuatorianos y algunas francesas… charlamos un rato y quedamos en vernos al
otro día en Guaranda.
Después del recorrido, salimos con rumbo a
Guanujo, un pequeño pueblo a escasos kilómetros de Guaranda que nos había
recomendado la familia marroquí para pasar esa noche y prepararnos para el
carnaval “salvaje”. Aquí conocimos a una mujer divina que nos enseño la
iglesia, nos invitó a tomar un café a su casa y hasta nos prestó su ducha!
Nos levantamos temprano y nos fuimos a
buscar la guerra de espuma, agua, harina y huevos. Llegamos, nos pusimos los
ponchos a modo de escudo y nos instalamos en la base de un monumento por donde
iba a pasar el desfile, estábamos más o menos a mitad de camino. Después de un
buen rato, comenzó el defile de reinas, comparsas y carrozas de un modo más
sencillo de lo que habíamos visto en Pasto, pero no por eso menos interesante.
Conocimos una familia de guarandeses que nos explicaron que el nuevo alcalde
había prohibido el uso de espumas y demás elementos para la batalla y que había
bajado mucho el nivel general del carnaval este año, sin embargo algunos focos
se produjeron igual pese a la contravención y los desfiles tuvieron su nota de
color, y como castigo o justicia divina, una lluvia de granizo de esas que
duelen cuando pegan comenzó a caer sin piedad sobre la humanidad de quien se
prestara a los carnavales, incluso los protagonistas, quienes en ningún momento
siquiera aminoraron su paso y donde nuestros ponchos sirvieron como defensa, no
para lo que fueron pensados sino para lo que fueron planeados originalmente.
No sabemos si este año el nivel del
carnaval fue menor que otros años, al parecer la guerra años anteriores era
realmente salvaje y este año solo se mostró en cuotas.
Caminamos un poco más en busca de algún
rostro conocido y nada… la concurrencia era muy grande y decidimos regresar en
busca de la Chancha.
No sabíamos dónde ir o qué hacer y
decidimos ir a un lugar que nos habían mencionado: Salinas de Guaranda. Un
pequeño pueblito en la montaña ejemplo de cooperativismo donde hacían quesos y
chocolates excelentes. Más tarde nos contaron un poco más de su historia, y
resulta que un padre salesiano llegó al pueblo hace unas décadas y organizó a
las comunidades locales en cooperativas y les enseñó a producir distintos
bienes basándose en sus conocimientos, de a poco incorporaron algunas máquinas
y el pueblo se fue desarrollando y vendiendo sus productos a todo el Ecuador y
el Mundo. El padre aún vive en Guaranda y tuvimos la oportunidad casi como acto
de cholulismo.
Pero sigamos con la cronología. Llegamos a
la plaza central y… nos encontramos con la familia marroquí en su motorhome y
mientras caía la noche vimos los preparativos para el desfile de carnaval del
día siguiente que no nos esperábamos. Dormimos frente a la plaza misma, nos
levantamos temprano, fuimos a ver su fábrica de quesos artesanales de muuuuuuy
buena calidad y la de chocolate (que solo atendía para la venta porque su
personal estaba enfocado en el desfile que tendría que hacer). Al regresar
empezamos a cruzar las primeras carrozas que representaban a las fábricas
locales ya las comunidades de la región,
exhibiendo sus productos, sus costumbres y tradiciones.
El nivel en cuanto a preparación e
inversión era muy inferior a lo que decían sobre Ambato y lo que vimos en
Guaranda, sin embargo fue lo que más nos gustó por su simplicidad y esencia, es
que la gente que desfilaba lo hacía con entusiasmo, con pertenencia y era fácil
apreciar cómo lo estaba disfrutando. Carla se sumó a bailar en una de las
comparsas hasta el final del recorrido: la plaza central. Ahí se llevó a cabo
una demostración y concurso de bailes típicos y la sucesión de bandas de cumbia
y otros ritmos locales.
La sorpresa fue que, al esperar probar las
papas hervidas y la leche huevona, nos pareció ver algunos rostros familiares,
nada más y nada menos que la banda de Ambato! Principalmente con Paolo, José,
Tanja, Alicia y Jimena, compartimos el resto del día, vimos los bailes, bailamos
un poco en la plaza al ritmo de lo que sonaba y finalmente terminamos en su
hostel tocando la guitarra y cantando canciones algunas más improvisadas que
otras, mientras, la fiesta en la plaza seguía y seguía.
Finalmente nos fuimos a dormir cuando solo
quedaba algún que otro rezagado en la calle con el plan de encontrarnos con
toda la banda en el hostel para desayunar juntos y despedirnos, y así fue. Tal
vez no haya sido mucho el tiempo que compartimos, pero lo disfrutamos de tal
manera que al menos para nosotros fue estar entre verdaderos amigos.
Los panificados de Ambato son muy reconocidos en todo Ecuador. En la plaza central se exhibían y vendían de todo tipo, en primer plano: empanadas de quinoa |
La imagen alegórica de los carnavales decorando el frente de la Catedral donde se realizó la bendición de las flores, los panes y las frutas, todo hecho con estos materiales. |
Un sapo de flores |
Carnavales en Guaranda! |
Desfile en Guaranda |
Desfile en Guaranda |
Carnaval salvaje |
Carnaval salvaje |
El desfile en Salinas de Guaranda |
Las reinas del carnaval de Salinas de Guaranda |
La banda con la Chancha |
En el hostel con toda la banda improbisando canciones |
Puerto Misahuallí, la entrada al Amazonas ecuatoriano
Nos habíamos quedado con ganas de selva ya
desde nuestro paso por Brasil, y Ecuador nos presentaba la revancha muy fácil,
es que todo en este país está “cerca”.
De Mindo pasamos por Papallacta para
acortar el camino y conocer sus termas, pero bien tempranito ya nos dirigimos
con rumbo a la selva, teníamos a Tena y Puyo como referentes. Antes hicimos una
parada en Cotundo porque vimos que había algún petroglifo, y así era, con solo
caminar un sendero descuidado llegamos a un dibujo en una piedra. Al regresar,
nos llamó la atención un motorhome estacionado frente a la policía, nos
acercamos a curiosear y ahí es donde nos encontramos con una familia de 5
marroquíes (papá, mamá y 3 pequeños) recorriendo, por ahora Sudamérica, y
fueron ellos los que nos certificaron que el lugar que habíamos escuchado
nombrar, donde los monos reinaban en las calles, era Puerto Misahuallí,
entrando un poco más hacia el oriente desde Tena: destino resuelto.
Antes de encarar el camino quisimos ir a
las cuevas de Jumandí, pero se necesitaba de un grupo, había que pagar un
ingreso para unas piscinas aunque no se las use y blablablá… así que entramos a
otras que habíamos visto antes en el camino, algo del Templo de ceremonias. Ahí
fuimos a la cueva del elefante, una cueva subterránea donde tuvimos que pasar
por recovecos bien estrechos y con el agua a la altura de las rodillas y todo
con la luz de unas velas que cada dos por tres se apagaban por causa de las
gotas que provenían del techo. En resumen, excelente excursión, más improvisada
tal vez, pero más autóctona también. Por suerte nos prestaron botas de goma…
Por la tarde llegamos ya a Misahallí, no
sin dar mil vueltas porque el GPS no mostraba el camino, cada uno al que le
preguntábamos nos daba una indicación diferente y los carteles, bien gracias.
Nos estacionamos frente a la plaza central
del pueblo, bajamos y no tardamos ni 5 minutos en empezar a ver a la familia de
monos paseándose por las calles y la plaza entreteniendo a los turistas
papparazzis y aprovechándose de algún distraído para robarle alguna pertenencia
y correr sobre algún techo para golpearla queriendo abrirla cual coco.
Nos quedamos en total 3 días en este pueblo
donde hicimos amistad principalmente con Luisa, una española de vacaciones por
Ecuador a la que le habían pasado una serie de infortunios y con quien
compartimos caminatas, fogatas, excursiones y clases de macramé. Leo, un guía
buena onda que un día nos sacó a navegar “de grasa” y conocer una cascada y una
comunidad de esas que vive del turismo, quienes nos mostraron sus chozas, sus
animales con bozales, su antena de DirecTv y sus heladeras con brillosos logos
de cervezas nacionales. Con ellos dos, ese mismo día, nos fuimos a la playa,
prendimos un fuego y compartimos una cena entre historia e historia de la
selva.
También conocimos a Walter, el dueño de un
restaurante que nos ofreció ir a darle de comer a sus perros, quienes vivían en
una isla selva adentro. Allí fuimos, subimos a su barco, navegamos unos minutos
por el Río Napo y llegamos a su isla, donde había una cabañita abierta,
plantaciones de plátano, papaya, yuca y maíz rodeados de una densa selva
amazónica. Con él caminamos un poco para conocer su latifundio y nos hicimos
picar por las hormigas hasta llegar al río, buscar la lancha y regresarnos al
pueblo.
Estábamos en Febrero y eran vísperas de
Carnaval, el pueblo se estaba vistiendo de fiesta preparando su gran festejo,
el cual iba a culminar con uno de los máximos exponentes contemporáneos de la
cultura argentina: Nene Malo.
Como conclusión, podemos decir que Puerto
Misahuallí te abre la puerta al Amazonas y te deja pispear, desde ahí se
comienza a apreciar su dimensión y uno puede vivir un poco de qué se trata con
la seguridad de la civilización, sin embargo, para entrar es necesario
contratar uno de esos toures de 3 o 4 días mínimo e internarse con un guía
autóctono y conocedor para descubrir sus tesoros. Lamentablemente, estos toures
son de tarifas internacionales, y no es que no estén justificados, pero están
fuera de nuestro alcance.
Tomando una ducha en una cascada por ahí en la selva |
Una comunidad indígena a orillas del río Misahuallí |
Carla, Luisa y Leo en la cena a orillas del río |
Tochi! |
Walter al timón |
Uno de los monos de la plaza central de Misahuallí jugando con un cacao |
Posteado por Unknown
Baños, la capital del turismo aventura
Dejamos la selva para adentrarnos en Baños, un destino
recomendado por todas las personas que encontrábamos a nuestro camino, excepto
por una argentina que conocimos en Misahualli. Ahora sabemos por que… si bien
el pueblo es pintoresco y tranquilo, nos recordó mucho a los pueblos
cordobeses, digamos que no nos deslumbró. Vale la pena aclarar que la mayor
atracción que tiene baños no la pudimos aprovechar, ver el volcán Tunguragua en
sus erupciones periódicas. Supuestamente sus erupciones iluminan el cielo y se
pueden observar los hilos de lava en la noche. Para esto es necesario ir en
julio – agosto, que es la época donde está despejado, en enero - febrero estaba
todo nublado y con lluvia, no se puede tener todo al mismo tiempo. En Ecuador
están muy marcadas las estaciones invierno – verano, y varían según la zona
geográfica. En verano, julio – agosto, la sierra está despejada y en la costa
llueve y en invierno, enero – febrero, ocurre lo inverso.
Al igual que Mindo, para todas las cascadas había que pagar
alguna cosa, nada es gratis en la vida diría Cuarteto de Nos. Nosotros elegimos
el Pailón del Diablo, que es una de las más caudalosas, la verdad es que es muy
linda, vale la pena conocerla y el recorrido también es pintoresco. También hay
senderos frente y por encima de la ciudad, uno de ellos es la famosa casa del
árbol, donde hay una hamaca que parece que estas en el vacío. Según la misma
argentina que cruzamos, no era muy interesante, así que por las dudas no
fuimos. Hicimos uno de los senderos del frente de la ciudad, donde se podía
observar a Baños entre dos cañones, muy bella vista de la ciudad.
Respecto a la especialidad del lugar, el turismo aventura,
no podemos dar mucha información porque no hicimos nada de eso, hay canopping,
rafting, rapel, tirarse del puente lo que quieran y cuesta de10 dólares en
adelante.
Aquí en Baños, por esas casualidades de la vida, nos
reencontramos con la familia marroquí que ya habíamos cruzado en Puerto
Misahualli. Habíamos estacionado en el mismo parque (uno con juegos infantiles
y una cancha de basket bien cerca del centro). Asi que tuvimos una velada
acompañados y aprendiendo lo interesante que puede ser un viaje largo en
familia.
Posteado por Unknown
La ruta de los volcanes de Ecuador. Nuestra experiencia: Quilotoa – Cotopaxi – Chimborazo
Ecuador tiene muchos parques y reservas nacionales gratuitas
que vale la pena visitar. El primero de los volcanes que conocimos fue el
Quilotoa, famoso porque tiene una laguna en el cráter donde se puede hacer
kayak! Llegamos desde Ayampe pasando por Latacumba con algo de incertidumbre en
la ruta, pero todo en orden, se pudo hacer sin problemas. Este volcán está administrado como turismo comunitario por las comunidades indígenas del lugar.
Eran las 5 de la
tarde cuando encontramos el paisaje hermoso de la laguna encerrado en los bordes del cráter. Era muy tarde para
emprender semejante bajada, asi que lo dejamos para el día siguiente.
Estacionamos
en un estacionamiento frente a la feria artesanal, hacía mucho frío y había
mucho viento, la mejor opción fue quedarse adentro de la chanchu. Al día siguiente nos
levantamos y emprendimos la bajada hasta la laguna, bajar no fue tan terrible,
pero ya estábamos sufriendo por la subida. Fuimos demasiado temprano, no
estaban ni los kayak ni los caballos que te pueden subir asi que sacamos un par
de fotos, disfrutamos un poco del paisaje y emprendimos la subida… que
definitivamente demoró mas del doble de la bajada, la altura cambia muchísimo
el rendimiento físico!.
Luego encaramos al Cotopaxi, muy cercano a Quito. La reserva
nos recordó mucho a la del cerro Aconcagua en Argentina. Árida, montañosa y con
una laguna donde se pueden observar varias aves. Tiene dos refugios
importantes, uno cercano a la laguna, y otro antes de la cumbre. En este último
no se puede llegar con el auto, asi que nosotros dormimos en el primero. Para
llegar a la base de la cumbre hay un camino en auto y luego caminar, pero la chanchu
un poco antes de llegar dijo basta, mucho pozo para mi. Una pareja nos llevó
hasta arriba, pero en el momento de tener que caminar hasta la cima desistimos.
El clima se había puesto frío y lluvioso, y no estaba nada despejado como para
admirar el paisaje. Nos fuimos a dormir con una bruma que no dejaba ver ni por
asomo el Cotopaxi, por suerte lo habíamos visto despejado cuando llegamos. Al
día siguiente la bruma seguía, pero así y todo pudimos apreciar un ciervo!
Al Chimborazo llegamos desde Salinas, en el último día del Carnaval, cansados de la espuma nos refugiamos en esta reserva. Fue nuestra estrella, ya que el día estaba muy despejado, con sol, hermoso y las estrellas del parque son las vicuñas. Pudimos llegar hasta el último refugio con la chanchu y adaptarnos un poco a la altura, ya que es el punto más alto de ecuador, con casi 6400 mts de altura y el punto más cercano al sol, ya que es el más alejado del centro de la tierra. Hicimos la subida hasta la famosa laguna, que nos habían comentado ya antes de ir. Fuimos por el sendero que decía Laguna, pero hay otro camino, por un monolito dedicado a escaladores del Chimborazo que es mucho más facil! Si no tienen ganas de sacrificarse tipo peregrinación les recomendamos el segundo. Y como que hay que subir, para estar más cerca de la cumbre y caminar un poco.... pero la laguna definitivamene no vale la pena.... se debe haber secado con el paso del tiempo porque no es muy atractiva.
Al Chimborazo llegamos desde Salinas, en el último día del Carnaval, cansados de la espuma nos refugiamos en esta reserva. Fue nuestra estrella, ya que el día estaba muy despejado, con sol, hermoso y las estrellas del parque son las vicuñas. Pudimos llegar hasta el último refugio con la chanchu y adaptarnos un poco a la altura, ya que es el punto más alto de ecuador, con casi 6400 mts de altura y el punto más cercano al sol, ya que es el más alejado del centro de la tierra. Hicimos la subida hasta la famosa laguna, que nos habían comentado ya antes de ir. Fuimos por el sendero que decía Laguna, pero hay otro camino, por un monolito dedicado a escaladores del Chimborazo que es mucho más facil! Si no tienen ganas de sacrificarse tipo peregrinación les recomendamos el segundo. Y como que hay que subir, para estar más cerca de la cumbre y caminar un poco.... pero la laguna definitivamene no vale la pena.... se debe haber secado con el paso del tiempo porque no es muy atractiva.
Posteado por Unknown
Mindo, la capital de las aves
Llegamos a Mindo por recomendación de nuestro tío Sami.
Fueron casi 2 horas desde Quito en una carretera con lluvia y mucha vegetación.
Medio apagados por la lluvia, pensando donde podíamos refugiarnos vimos el
letrero de Caskaffesu y entramos. Nos atendió Luis, un músico quiteño que se
instaló en Mindo ya hace unos años. Nos convidó un rico café hecho en su
propia finca y nos invitó a escuchar el show que se presentaba esa noche. Era
un trío, el, ecuatoriano, otro Luis, venezolano y Fabián, colombiano. La gran
nación bolivariana unida con la música.
Enseguida nos atrapó la linda energía de Mindo, un lugar no
tan turístico, pequeño, ideal para relajarse, donde podríamos habernos quedado
más tiempo. Lo malo que tiene este bello pueblo es que todos los senderos para
ver cascadas y aves están privatizados, algunos más baratos que otros pero no
se puede caminar por la selva sin pagar. Nosotros decidimos caminar por la
carretera que va hasta el ingreso de los senderos para investigar un poco el
lugar, ya ahí pudimos ver y escuchar muchísimos pájaros entre las copas de los
árboles. Finalmente encontramos un sendero gratuito perdido en el bosque donde
comimos nuestro aperitivo.
Luego nos dirigimos a El descanso, una hostería con un
jardín hecho especialmente para las aves. Tiene varios comederos preparados con
azúcar y agua donde se acercan los colibríes todo el tiempo. Nunca vimos tantos
colibríes juntos, además de otras especies de aves que van por plátanos que se
le dejan peladitos y listos para comer. El encargado de este lugar tiene como
objetivo hacer un jardín donde se puedan observar las distintas especies de
aves de la zona minimizando el contacto con el ser humano, no se entra al jardín sino que se observa desde una galería.
Esa última noche volvimos al café de Luis, cenamos todos juntos y disfrutamos nuevamente de su música. Era sábado, así que rápidamente se cargaron unas cervezas después del show y se fue a seguir la fiesta en una casa al otro lado del pueblo, o sea a 2 cuadras. Un grupo de viajeros y músicos muy lindo! Lleno de buena energía y que nos dio muchas ganas de quedarnos. Pero debíamos seguir viaje, nos despedimos y encaramos rumbo al oriente!
Esa última noche volvimos al café de Luis, cenamos todos juntos y disfrutamos nuevamente de su música. Era sábado, así que rápidamente se cargaron unas cervezas después del show y se fue a seguir la fiesta en una casa al otro lado del pueblo, o sea a 2 cuadras. Un grupo de viajeros y músicos muy lindo! Lleno de buena energía y que nos dio muchas ganas de quedarnos. Pero debíamos seguir viaje, nos despedimos y encaramos rumbo al oriente!
Luis ecuatoriano dando música en su café |
Fabián (Colombia) con músicos invitados |
Jugando a ser mono en el sendero alternativo del bosque |
Avistaje de aves |
Los colibries en El Descanso |
Posteado por sonrisas
Quito, ciudad colonial
Íbamos hacia Quito, capital de Ecuador, con
todo lo que eso significa: el tráfico para el ingreso, llegar al centro, dónde
estacionar al comienzo, dónde vamos a dormir, bla bla bla…
Por empezar, el tráfico no nos pareció para
nada caótico, sólo un poco al llegar al centro de la ciudad, sí tuvimos que
buscar un estacionamiento pago para dejar a la chancha mientras veíamos de qué
se trataba la cosa y averiguar un poco por lo que había que ver y qué lugar nos
recomendaban para instalarnos por esa noche ya que pensábamos estar ese día y
parte del otro. Sólo sabíamos que Quito tenía un lindo centro colonial, una
iglesia impactante, el museo de Guayasamín y la mitad del Mundo, no poco para
un día y medio.
Entre una cosa y otra, decidimos buscar el
parque que nos recomendaron para estacionar y dirigirnos a la “Capilla del
hombre” (el museo-casa de Oswaldo Guayasamín) que quedaba un poco lejos y al
otro día ver el centro y dirigirnos hacia la Mitad del Mundo ya que nos
enteramos que está bastante en las afueras, de hecho, camino hacia Mindo que
era nuestro próximo destino.
La Capilla del hombre es uno de esos museos
que te muestra las obras de alguien diferente, de un precursor, un estilo fácilmente
reconocible. La obra de este buen hombre nos impactó y recomendamos mucho
recorrer su museo si es que sos un poco ñoño con estas cosas del arte y la
pintura, no hace falta ser un erudito para reconocer este gran artista, y lo
recomendamos más allá de su precio que es bastante elevado, algo así como 8
dólares. Su estilo puede hacerte acordar un poco al cubismo de Picasso,
salvando sus diferencias, pero su obra se dividió en 3 grandes períodos, donde
el más impresionante es en el que muestra cómo el hombre se hace daño al mismo
hombre, la era de la ira creemos que se llamaba, en esta etapa es donde refleja
muchas de las atrocidades ocurridas en la historia de la humanidad desde una
perspectiva diferente.
Como un guiño del destino, mientras
esperábamos que se le de play al video introductorio que íbamos a ver sobre el
museo, al lado nuestro se nos sentó una chica que de entrada nos pareció
argentina, hablamos un rato con Luciana y nos presentó a su amigo quiteño
Pablo, quien le estaba mostrando un poco la ciudad. Hicimos parte del recorrido
guiado con ellos y entre una cosa y otra, Pablo se ofreció a ser nuestro
anfitrión también a tal punto de ofrecernos su casa para pasar esa noche.
Ahí nomás, después de dejar a la chancha en
el garaje de Pablo, salimos los tres a recorrer las calles de Quito iluminadas por
sus farolas, y tenemos que decir que el panorama era bien diferente a lo poco
que vimos por la mañana. Si bien entrar a cada iglesia debe ser interesante
para poder admirar el arte y la opulencia que muestran, ver a la ciudad activa
en su pintoresca calle La Ronda (que exhibe sin pudor, en su estrecha peatonal
de adoquines, un bar y restaurante tras otro disfrazándose entre la
arquitectura típica de esta área que muestra casas coloniales con sus
balconcitos ideales para serenatas y que hasta no hace mucho tiempo sirvieron
de base para la clase y deseos más bajos de esta ciudad capitalina, y ahora
recuperada y reciclada), apreciar como la iluminación destaca cada templo
católico (que no son pocos), ver sus plazas y edificios públicos en un estado de
stand by, lejos del caos diurno de la ciudad, y por último terminar en la plaza
Foch para ver a los citadinos en acción desinhibida, sumado a la exquisita guía
de Pablo, gran conocedor y apasionado por su ciudad, hicieron nuestro recorrido
por el centro de Quito una experiencia aún más enriquecedora que cualquier tour
guiado.
Al otro día quedamos en encontrarnos con
Pablo a la salida de la universidad donde el cursaba para hacer otro recorrido
contemplando la basílica de La Compañía, el mirador El Panecillo y el Museo
Casa de la Cultura.
La basílica no es una iglesia cualquiera,
sus dimensiones la transforman seguramente en una de las mayores de Sudamérica
y su estilo neogótico en una de las más llamativas, donde destacan sus gárgolas
en forma de animales típicos del Ecuador y Galápagos, en particular, como
tortugas, iguanas, monos y osos hormigueros combinadas con las típicas
notredamescas. Lo feo es que para ingresar hay que pagar un ingreso y para
subir a sus torres otro…
El museo Casa de la Cultura es una perlita
en nuestro recorrido ya que no es de los destinos turísticos más mencionados y
en él se pueden apreciar obras magníficas de la época precolonial en oro, plata
y cerámica que destacaron a las civilizaciones indígenas de esta región y
también tiene un apartado dedicado al período dominado por los españoles.
Creemos que es un paseo muy enriquecedor y lo mejor de todo es que es gratuito.
El Panecillo es un mirador ubicado en una colina en el medio
de la ciudad desde el cual se puede apreciar la extensión de la misma que a
simple vista pareciera una inestimable urbe, pero que solo tiene alrededor de 3
millones de habitantes, y si tenés suerte y el día está despejado, podrás
apreciar la “Avenida de los volcanes” (con ese nombre da ganas de subir a ver,
no?). En la punta del Panecillo destaca la escultura en bronce de la réplica de
una virgen sosteniendo a una serpiente encadenada que originalmente fue
esculpida por un indígena y que fue llevada a cabo a gran escala por otro
escultor de origen español (si mal no recuerdo), pero que a simple vista se ve
que no fue muy bien lograda, la virgen parece como encorvada… pero bueno,
también es un símbolo de la ciudad y vale la pena al menos saber de qué se
trata.
Por
último: la Mitad del Mundo. Fuimos a este lugar al regresar de Mindo, ya que se
nos hacía tarde y teníamos que volver a pasar para seguir rumbo a Puerto
Misahuallí. De qué se trata? Solo de un “checked” en el paso por Quito. Es algo
así como una paparruchada turística que se aprovecha de su ubicación (que encima
es errónea). Hay un monolito plantado en el medio que dice estar en la latitud
0° y está rodeada de unas salas que muestran exhibiciones pequeñas de las
excursiones a Ecuador por parte de los Franceses, otra de Guayasamín y una más
pequeña sobre la ciudad de Quito, sumado a atractivos turísticos como
restaurantes, una plaza con shows y eso… no se, no vale pagar la entrada más
allá de decir “fui a Quito, fui a la Mitad del Mundo”, saquen sus conclusiones
y dígannos, ah! Las fotos las hicimos, claro.
Ilustración de esta mágica calle quiteña |
Danzas andinas en la mitad del Mundo |
En la mitad del Mundo |
La virgen del Panecillo |
Las gárgolas de la Basílica |
Con Pablo en la basílica |
Casa-Museo la Capilla del Hombre |