miércoles, 11 de marzo de 2015

Íbamos hacia Quito, capital de Ecuador, con todo lo que eso significa: el tráfico para el ingreso, llegar al centro, dónde estacionar al comienzo, dónde vamos a dormir, bla bla bla…

Por empezar, el tráfico no nos pareció para nada caótico, sólo un poco al llegar al centro de la ciudad, sí tuvimos que buscar un estacionamiento pago para dejar a la chancha mientras veíamos de qué se trataba la cosa y averiguar un poco por lo que había que ver y qué lugar nos recomendaban para instalarnos por esa noche ya que pensábamos estar ese día y parte del otro. Sólo sabíamos que Quito tenía un lindo centro colonial, una iglesia impactante, el museo de Guayasamín y la mitad del Mundo, no poco para un día y medio.

Entre una cosa y otra, decidimos buscar el parque que nos recomendaron para estacionar y dirigirnos a la “Capilla del hombre” (el museo-casa de Oswaldo Guayasamín) que quedaba un poco lejos y al otro día ver el centro y dirigirnos hacia la Mitad del Mundo ya que nos enteramos que está bastante en las afueras, de hecho, camino hacia Mindo que era nuestro próximo destino.

La Capilla del hombre es uno de esos museos que te muestra las obras de alguien diferente, de un precursor, un estilo fácilmente reconocible. La obra de este buen hombre nos impactó y recomendamos mucho recorrer su museo si es que sos un poco ñoño con estas cosas del arte y la pintura, no hace falta ser un erudito para reconocer este gran artista, y lo recomendamos más allá de su precio que es bastante elevado, algo así como 8 dólares. Su estilo puede hacerte acordar un poco al cubismo de Picasso, salvando sus diferencias, pero su obra se dividió en 3 grandes períodos, donde el más impresionante es en el que muestra cómo el hombre se hace daño al mismo hombre, la era de la ira creemos que se llamaba, en esta etapa es donde refleja muchas de las atrocidades ocurridas en la historia de la humanidad desde una perspectiva diferente.

Como un guiño del destino, mientras esperábamos que se le de play al video introductorio que íbamos a ver sobre el museo, al lado nuestro se nos sentó una chica que de entrada nos pareció argentina, hablamos un rato con Luciana y nos presentó a su amigo quiteño Pablo, quien le estaba mostrando un poco la ciudad. Hicimos parte del recorrido guiado con ellos y entre una cosa y otra, Pablo se ofreció a ser nuestro anfitrión también a tal punto de ofrecernos su casa para pasar esa noche.

Ahí nomás, después de dejar a la chancha en el garaje de Pablo, salimos los tres a recorrer las calles de Quito iluminadas por sus farolas, y tenemos que decir que el panorama era bien diferente a lo poco que vimos por la mañana. Si bien entrar a cada iglesia debe ser interesante para poder admirar el arte y la opulencia que muestran, ver a la ciudad activa en su pintoresca calle La Ronda (que exhibe sin pudor, en su estrecha peatonal de adoquines, un bar y restaurante tras otro disfrazándose entre la arquitectura típica de esta área que muestra casas coloniales con sus balconcitos ideales para serenatas y que hasta no hace mucho tiempo sirvieron de base para la clase y deseos más bajos de esta ciudad capitalina, y ahora recuperada y reciclada), apreciar como la iluminación destaca cada templo católico (que no son pocos), ver sus plazas y edificios públicos en un estado de stand by, lejos del caos diurno de la ciudad, y por último terminar en la plaza Foch para ver a los citadinos en acción desinhibida, sumado a la exquisita guía de Pablo, gran conocedor y apasionado por su ciudad, hicieron nuestro recorrido por el centro de Quito una experiencia aún más enriquecedora que cualquier tour guiado.

Al otro día quedamos en encontrarnos con Pablo a la salida de la universidad donde el cursaba para hacer otro recorrido contemplando la basílica de La Compañía, el mirador El Panecillo y el Museo Casa de la Cultura.

La basílica no es una iglesia cualquiera, sus dimensiones la transforman seguramente en una de las mayores de Sudamérica y su estilo neogótico en una de las más llamativas, donde destacan sus gárgolas en forma de animales típicos del Ecuador y Galápagos, en particular, como tortugas, iguanas, monos y osos hormigueros combinadas con las típicas notredamescas. Lo feo es que para ingresar hay que pagar un ingreso y para subir a sus torres otro…

El museo Casa de la Cultura es una perlita en nuestro recorrido ya que no es de los destinos turísticos más mencionados y en él se pueden apreciar obras magníficas de la época precolonial en oro, plata y cerámica que destacaron a las civilizaciones indígenas de esta región y también tiene un apartado dedicado al período dominado por los españoles. Creemos que es un paseo muy enriquecedor y lo mejor de todo es que es gratuito.

El Panecillo es  un mirador ubicado en una colina en el medio de la ciudad desde el cual se puede apreciar la extensión de la misma que a simple vista pareciera una inestimable urbe, pero que solo tiene alrededor de 3 millones de habitantes, y si tenés suerte y el día está despejado, podrás apreciar la “Avenida de los volcanes” (con ese nombre da ganas de subir a ver, no?). En la punta del Panecillo destaca la escultura en bronce de la réplica de una virgen sosteniendo a una serpiente encadenada que originalmente fue esculpida por un indígena y que fue llevada a cabo a gran escala por otro escultor de origen español (si mal no recuerdo), pero que a simple vista se ve que no fue muy bien lograda, la virgen parece como encorvada… pero bueno, también es un símbolo de la ciudad y vale la pena al menos saber de qué se trata.

Por último: la Mitad del Mundo. Fuimos a este lugar al regresar de Mindo, ya que se nos hacía tarde y teníamos que volver a pasar para seguir rumbo a Puerto Misahuallí. De qué se trata? Solo de un “checked” en el paso por Quito. Es algo así como una paparruchada turística que se aprovecha de su ubicación (que encima es errónea). Hay un monolito plantado en el medio que dice estar en la latitud 0° y está rodeada de unas salas que muestran exhibiciones pequeñas de las excursiones a Ecuador por parte de los Franceses, otra de Guayasamín y una más pequeña sobre la ciudad de Quito, sumado a atractivos turísticos como restaurantes, una plaza con shows y eso… no se, no vale pagar la entrada más allá de decir “fui a Quito, fui a la Mitad del Mundo”, saquen sus conclusiones y dígannos, ah! Las fotos las hicimos, claro.

En resumen, Quito nos pareció una ciudad muy linda para caminarla (o en bicicleta) y recorrerla, ya sea de día como de noche. Tiene museos muy interesantes y grandes parques para pasar el día y no parece ser un monstruo amenazante como lo suelen ser las grandes ciudades.

Ilustración de esta mágica calle quiteña

Danzas andinas en la mitad del Mundo

En la mitad del Mundo

La virgen del Panecillo

Las gárgolas de la Basílica

Con Pablo en la basílica

Casa-Museo la Capilla del Hombre


{ 1 comentarios... read them below or add one }

  1. todavia siguen dando vueltas?! que pedazo de viaje! les quedó corto el 2014!
    sigan pasandola genial! felicidades! un beso y un abrazo! saludos!

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