Parece que
Praia dos Carneros fue elegida como la mejor playa de Brasil en el 2013. No
sabemos si es la mejor pero sí podemos afirmar que es realmente muy linda con
sus coqueros, su vieja iglesita de estilo portugués, el encuentro del mar y río
y su particular barrera de corales que se une con la playa invitándote a que la
camines y te adentres al mar para visitar sus piscinas naturales, cuando la
marea está baja. Su desventaja es que no posee muchos accesos públicos, ya que
los terrenos lindantes a la playa son propiedad de una sola familia, en
principio la familia de los Carneros, quienes después se la vendieron a otra y
estos dividieron el gran loteo entre los 9 hijos y cada uno instaló distintas
posadas y restaurantes carísimos a lo largo de la misma. Sin embargo, en el
límite entre Praia dos Carneros y Tamandaré se puede estacionar y acceder a la
playa para recorrerla y caminar hasta llegar a su parte más atractiva, las
piscinas naturales.
Nos
quedamos tres días y dos noches entre Carneros y Tamandaré, donde pudimos
estacionar utilizar las instalaciones del bar Divisa dos Carneros, después
decidimos conocer Porto de Galinhas, tal vez uno de los destinos turísticos más
conocido del Nordeste brasilero, al menos para los argentinos.
Porto de Galinhas
hace gala de su nombre, uno puede ver cosas con formas de gallinas por todas
partes, en las calles, hechas con las partes de abajo de las palmeras, en las
vidrieras como souvenirs, en las figuras de las cabinas de los teléfonos
públicos… todo se relaciona con una gallina. La playa de Porto no es muy
diferente a las demás, tiene su barrera de corales que generan el efecto de una
pileta con agua muy calma y muchos barcos que llevan a la gente a hacer snorkel
a las piscinas naturales que se forman entre los corales, pero a las cuales se
puede acceder tranquilamente un poquito caminando y otro poquitito a nado
cuando la marea está bien baja y usando ojotas para no pisar erizos. Lo que es
lindo es la villa en sí, es muy pintoresca, nos recordó un poco a Praia do
Forte en Bahía, con sus calles repletas de negocios, bares y restaurantes,
música en vivo, artesanías y obviamente, gallinas.
Caminando
por la playa central de Porto do Galinhas, se puede acceder a Maracaípe (o bien
por calle) que tiene una playa ya con olas donde se realizan torneos de surf,
más tranquila, desolada y donde, al llegar al Pontal (la punta) se puede ver el
encuentro del río con el mar y gente haciendo kite surf. Es aquí donde se puede
ingresar y tomar un barquito para ir a la reserva de caballos marinos, tour que
no hicimos porque no nos gustó mucho eso de que se metan al agua y salgan con
un hipocampo en un frasco, te lo enseñen y lo vuelvan a meter en el río. En
esta parte, cuando la marea está baja, se puede ver una península de arena que
se mete dentro del mar y permite llegar hasta la barrera de corales.
Nosotros
llegamos un día a la tarde y fuimos a la playa de Porto a ver un poco, ahí
conocimos a un francés, Iván, que estaba parando en un hostel de bandera
argentina y que nos dijo que estaba en una zona tranquila, lo cual nos pareció
bien para buscar un lugar donde dormir. Resulta que el acceso a Porto de
Galinhas por la calle principal es peatonal y uno tiene que dejar el auto en
uno de sus estacionamientos, pero también se puede ingresar al pueblo por otras
calles laterales y desembocar en distintas plazas rodeadas de casas y posadas
en un ambiente muy tranquilo.
Al otro día fuimos a ver de qué se trataba
Maracaípe y con la esperanza de ver las piscinas naturales de sus corales
aprovechando la marea baja, cosa que nunca pudimos ver porque su acceso no es
tan sencillo si le tenés miedo a los erizos. Volviendo conocimos a una pareja,
Carlos y Ana, que después de contarles nuestro viaje y charlar de un poco de
todo, nos invitaron a quedarnos unos días en su casa al lado del mangue, ahí en
Pontal de Maracaípe, y así lo hicimos.
Cuando
ellos tuvieron que irse a Recife por compromisos personales, nosotros volvimos
a Porto de Galinhas, pero estacionamos en otra plaza, justo frente al hostel
Casa Branca donde nos reencontramos con Francisco y Daniela, una pareja de
uruguayos que conocimos en un frustrado tour en Praia dos Carneros. Con ellos
fuimos a canjear nuestro cupón de drinks en Gatos da Rúa (gentileza de Sergio y
Mirian, a quienes conocimos en Japaratinga), tomamos unas cervezas y charlamos
un poco de todo.
Gracias a
Gabi, una cordobesa que conocimos en la feria, en nuestra supuesta última
noche, nos quedamos un día más y logramos conocer el esplendor de Porto de
Galinhas con Maysa y su casa colorida, una casa cálida desde que la ves y que
realmente te hace sentir como si sería tu casa. Empezamos con un termo con agua
caliente y terminamos con cocina, baño y experimentando uno de sus cuartos
coloridos. Finalmente con un poco de coraje pudimos conocer las famosas
piscinas junto con nuestros amigos uruguayos a las 6 de la mañana (6:30 gracias
a que el celular nunca sonó) porque así
se le antojaba a la Madre Naturaleza disponer la marea baja ese día.
Cargamos
nuestras cosas a la camioneta y salimos de roadtrip con destino a Pipa y con
una compañera de viaje: Gabi.
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Praia dos Carneros I |
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Praia dos Carneros II |
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Praia dos Carneros III |
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Pobre bicho |
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Igreja Sao Benedicto - Praia dos Carneros |
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Praia dos Carneros |
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Bar Submarino Amarello en Tamandaré |
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Pontal de Maracaípe |
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Atardecer en Pontal de Maracaípe |
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La casa de los atrapasueños en Pontal de Maracaípe |
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Galinhas en Porto de las mismas |
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Casa colorida en Porto de Galinhas |