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- Un km de caída libre de agua: el Salto Angel, Venezuela
sábado, 21 de febrero de 2015
Al
finalizar la ruta de la Gran Sabana, salimos con rumbo a Ciudad Bolivar,
queríamos conocer el museo de Jesús Soto, y de ahí seguir viaje con destino a
Bogotá.
Llegamos a
Ciudad Bolivar de tarde y contactándonos con Marta, a quien conocimos en Santa
Elena. Sabíamos que desde esta ciudad se tomaban los tours para ir a conocer el
Salto Angel, la caída libre de agua más alta del mundo, la misma que insipiró a
la gente de Walt Disney para la película UP, donde el señor deja su casita
llena de globos estacionada y llamada así porque otro señor de apellido Angel
la encontró de casualidad mientras hacía un vuelo buscando oro, pero que los
indígenas ya conocían muy bien (en el aeropuerto puede apreciarse su avioneta).
Pero también sabíamos que el costo de la excursión era bastante alto y en
nuestro presupuesto significaba un esfuerzo grande.
Al otro
día, después de habernos encontrado con Marta y alojado en su casa, recorrimos
el precioso centro histórico de Ciudad Bolivar y debatíamos sobre qué hacer con
el Salto Angel, es que estaba ahí, a un paso nuestro, era cuestión de entrar y
contratar el tour, claro que antes había que desembolsillar una suma de casi
20.000 bolívares por persona (unos 130 dólares aproximadamente).
Finalmente
hicimos uso de la máxima que dice que es más caro volver para hacerlo y si bien
era un esfuerzo grande, el dinero lo teníamos… tripa, corazón, entramos a una
agencia y contratamos el tour.
¿En qué
consiste la excursión?
El Salto
Angel está dentro de la Gran Sabana, aunque en otro sector, no en el Parque
Canaima donde está la cadena de tepuyes y Santa Elena, sino más al centro del
país. Para llegar es necesario tomar una avioneta hacia el pueblo de Canaima y
de ahí navegar por unas horas por un río que deja en un campamento justito
frente al salto. Está como escondido, cayendo desde el Ayantepuy en medio de un
paisaje bastante selvático. En total fueron 3 días y 2 noches, una en Canaima y
la otra en el campamento ahí nomás del salto.
Al otro día
nuestro amigo de la agencia (muy buena onda) nos pasó a buscar por la casa de
Marta bien temprano, nos llevó al aeropuerto y nos ubicó en nuestra avioneta,
donde nos esperaban Mariana y Juliana, una venezolana y otra colombiana que
estaban ahí por un casamiento y de paso conocían esta maravilla. Sobrevolamos
una zona minera donde se podían apreciar explotaciones de oro y hierro
básicamente, y el paisaje por momentos sabanesco, por momentos selvático hasta
que comenzaron a aparecer distintos tepuyes que le dan ese tinte único a esta
región.
Finalmente
aterrizamos en Canaima y ya desde el cielo se apreciaba la muy bonita laguna
alimentada por cascadas, un cuadro. Bajamos y lo primero que había que hacer
era pagar el ingreso al parque, el cual nos habían dicho un precio pero se
había actualizado a más del doble y nosotros no teníamos ese dinero, asi que
llamamos a nuestra agencia estrella y ellos se encargaron de solucionar el
problema vaya uno a saber cómo, lo cierto es que ya estábamos adentro.
Fuimos
hasta un complejo de cabañas, donde nos reunieron y explicaron cómo iba a ser
la excursión, nuestro grupo viajaría primero a ver el salto y después
volveríamos a Canaima para visitar la laguna. Minutos más, minutos menos, nos
subimos a un camión rumbo a nuestra canoa.
El paseo
duró algo así como tres horas, pero el paisaje, la flora y algo de la fauna que
pudimos ver hicieron del recorrido una excursión en sí misma; impactante fue
empezar a ver los tepuyes tímidamente asomarse en el horizonte e imponente fue la
aparición repentina del gran salto.
Llegamos al
campamento, cada uno eligió una hamaca para dormir y ya armamos el grupo de
recorrida donde a Mariana y Juliana se le sumó principalmente Carlos, otro
venezolano que estaba despidiéndose de su país para irse a Panamá. Fuimos a
embobarnos con la caída de agua y a tomar clases de fotografía con Mariana, que
además de ingeniera química, resultó tener habilidades fotográficas y por la
noche a escuchar algunas historias por parte de nuestro guía.
Al
amanecer, desayunamos y nos alistamos para una pequeña caminata hasta llegar a
más o menos un kilómetro de la caída, donde se formaba una cascada más pequeña y
una olla para tomar baño, productos del mismo gran salto. Más cerca no se podía
ir, pero ya desde aquí se apreciaba su enormidad. Las fotos no logran reflejar
la magnitud de esta muestra de soberbia natural y las palabras no alcanzan.
A la vuelta
almorzamos y emprendimos el camino de retorno en nuestra canoa.
Nos
instalamos en el campamento, recorrimos un poco el pueblo, justo era la fiesta
patronal y todos estaban festejando en el salón municipal con mucha música y
alcohol (a pesar de estar prohibido), entre ellos nuestro guía, quien apareció
al otro día para navegar la laguna pero no sin levantar sospechas sobre su
estado de sobriedad y descanso.
Llegamos a
la canoa, salimos a navegar y conocimos así las principales cascadas: el salto
Sapo y el Sapito. Para ponerle más adrenalina a la excursión, el guía nos tuvo
que dejar en el acceso al salto el Sapo para llevar a Carlos al aeropuerto
porque se le iba su vuelo y mientras lo esperábamos una hormiga “24 horas” no
tuvo mejor idea que picar a Juliana en el pie, provocando así un dolor e
hinchazón muy grande mientras estábamos varados al otro lado de la laguna. Por
suerte el guía fue rápido y a los pocos minutos estaba con nosotros, y ahí es
donde certificó que era una de esas hormigas, llamadas así porque suelen
provocar un dolor y fiebre por 24 horas. Decididos a regresar para visitar un
centro de salud urgentemente y dejar el paso por detrás de la laguna a un lado,
Juli puso toda su valentía sobre la mesa y decidió que no se iba a ir sin pasar
detrás del salto… con pie hinchado de sobremanera hicimos el camino, regresamos
a la canoa y derecho al pueblo donde rápidamente le colocaron una inyección
para calmar el dolor.
A las pocas
horas tomamos la avioneta de regreso a Ciudad Bolívar donde nos despedimos
finalmente de Juli y momentáneamente de Mariana, quien sería después nuestra
salvación en Caracas, pero esa es otra historia.
Tips:
-
Se
puede subir al Ayantepuy, pero son como 10 días de excursión, supuestamente más
duro que el Roraima y los costos los desconocemos.
-
Si
pueden hacer el esfuerzo, no se pierdan esta maravilla de la naturaleza.
-
Como
siempre, conviene contratarlo directamente ahí y no reservarlo por Internet o
cosas así.
En la avioneta con Juli (a la izquierda) y Mariana (a la derecha) |
El avión aterrizado en Canaima |
La laguna Canaima |
Dos bellezas naturales, una más impresionante que la otra |
Jugando a escribir con la cámara y el Salto Angel de fondo by Mariana |
Descansando en el campamento |
El Salto Angel... |
Tomando un baño en la olla que forma la cascada generada por el Salto Angel |
La canoe yéndonos a buscar para regresar al campamento |
No es un cuadro, es la laguna Canaima |