El próximo
punto en nuestra ruta era Jericoacoara, una villa en medio de un Parque de
dunas. El ingreso es por arena y los autos no pueden estar en la calle, sino
que tienen que estar guardados en estacionamientos. Para no renegar con nuestra
chanchita y como sabíamos que era por unos días decidimos dejarla en Camocím,
donde estaba Renato, un couchsurfer que tenía lugar para ella.
Así
arrancamos para Camocím, pasando por Curral Velho, una pequeña comunidad
luchadora contra el cultivo de camarones y ahora contra la instalación de los
molinos para energía eólica en sus tierras. Charlamos con Vanilson que
trabajaba en la asociación TUCUM con turismo comunitario. Solo podíamos
quedarnos un día, pero pudimos conocer un poco la historia del lugar y los
habitantes de la comunidad.
Al día
siguiente, después de desayunar un rico café y tapioca con Vanilson, nos fuimos
a Camocím. Camocím es una ciudad pequeña, con su puerto y un viejo ferrocarril
que ahora usa sus instalaciones como salón para exposiciones. En el centro de
la ciudad, la costanera está sobre el río. Tiene playas muy bonitas pero con un
acceso complicado y mucho viento, la chanchu no pudo llegar a ninguna de las
mas lindas. Camocím es un lugar ideal para el wind-surf, les suena por esta
zona?. Ilha do Amor, frente a la casa de Renato, es también uno de los destinos
turísticos de la ciudad y por la que se puede llegar a Jericoacoara por la
playa.
Llegamos en
víspera del aniversario de la ciudad y de un instituto educativo donde
trabajaba Renato. Así que terminamos el día en un taller de reciclaje de Tetrapack
haciendo monederos. Después tomamos unas cervecitas en la orla con Renato y
Raquel.
Al día
siguiente recorrimos un poco la ciudad, hicimos nuestra primera clase de yoga
con Raquel, preparamos las mochilas para ir a Jeri y nos despedimos de la
galera de Camocím con unos crepes.
Nuestra
primer experiencia de mochileros no estuvo nada mal, no esperamos mucho tiempo haciendo dedo hasta que Marcelo y Camila nos llevaron directo a Jericoacoara. Llegamos al camping do Natureza e hicimos nuestros primeros amigos: Tami
y Nico, argentina y uruguayo, ya
empezaba una nueva etapa de hispano hablantes y viajeros.
Jeri es
mágica con sus calles de arena y sus playas rodeadas de dunas. El único detalle
que a nuestro entender no la hace tan paradisíaca es el viento (otra vez el que
parece nuestro principal enemigo). Tiene playas ideales para wind-surf y otras
para kite-surf, bien diferenciadas unas de otras. Es famoso su atardecer, en
particular desde una duna (la duna da por do sol), porque es uno de los pocos
lugares donde el sol entra en el mar. Otra de las postales famosas de Jeri es
la piedra agujereada sobre el mar, no nos fuimos sin la foto en la postal, y
hasta sobre ella (no lo repitan, está prohibido).
Acá nos
reencontramos nuevamente con Diego, véase Fortaleza, y conocimos a Caro y
Gonza, Caro era el nenito que vimos en la camper de Canoa Quebrada. Las últimas
noches dormimos en la playa de Jeri y en la Lagoa Paraíso, lugar originario de
otra de las famosas fotos de Jericoacoara, las hamacas paraguayas en el agua.
No podía ser un mejor cierre de nuestra estadía con pizzas caseras en el fuego
y durmiendo en la playa bajo el cielo estrellado con amigos.